Y tú, ¿eres conformista?

Se nos presenta por delante un futuro incierto, lleno de medidas sanitarias, sociales, políticas, educativas, económicas sin precedentes, nunca antes tomadas, planteadas a priori por el bien común de la mayoría.
Ahora bien, ¿meditamos, cuestionamos o reflexionamos sobre lo que se nos pide y/o exige? ¿Dónde está el límite? 

El ser humano, salvo raras excepciones, busca constantemente la aprobación social, el sentirse integrado en el grupo, el no romper las reglas comúnmente establecidas. No obstante, ¿quién puede y debe abrirnos paso hacia el sentido común? La respuesta es sencilla: ningún Gobierno, ningún líder, ningún jefe, ningún maestro. Sólo nosotros mismos teniendo criterio (que no criticando), es decir, seleccionando, cribando la realidad y entresacando lo positivo para mejorarlo. 

He aquí un interesante experimento social en el que se comprueba que somos muy vulnerables a la presión social y que es más fácil seguir a la mayoría que oponerse (por ridículo que a veces parezca). Y no pretendo llamar al desorden o a la desobediencia en el día de hoy, porque algunas normas son vitales para todos, sino más bien hago un llamamiento a no perder el norte y que nunca dejemos de cuestionarnos el por qué de nuestro comportamiento.



Concluyendo, ¿tendremos el valor suficiente para mejorar o completar el guión para vivir que se nos dará en breve (y que muchos están esperando), o sólo estamos dispuestos a criticarlo y/o a acatarlo sin rechistar? Sin duda, y en eso estaremos todos de acuerdo, son más cómodas las últimas dos opciones. Pero... ¿son maduras?

G.M.G



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